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¿Cuánta seguridad de vida se podría decir que tenemos los guineoecuatorianos?
Cada dolor, cada enfermedad, incluso cada muerte en Guinea Ecuatorial es un reflejo de lo ineficiente que es todavía nuestro sistema sanitario; y por lo visto, nos basta con decir en nuestra Constitución que el Estado protege al individuo desde la concepción (Art. 23. 1) y que promueve la atención primaria de la salud (Art. 23. 2); una atención primaria de salud que a día de hoy, nos sigue haciendo regalos tan poco deseables como el paludismo, la tuberculosis, incluso tifoidea, que no dejan de cobrar vidas humanas, por ser las que largamente se venía padeciendo.
Guinea Ecuatorial, en tanto que Estado miembro de la OMS, tiene firmados varios convenios en materia de asistencia primaria de salud pública, una atención sanitaria que a día de hoy sigue siendo un concepto sin definición, más bien, unos convenios cuyo respeto ha caído, no en el baúl de los recuerdos, sino en el cajón de los olvidos.
Nuestro sistema sanitario, en pleno 2021, no da apenas para poder ver en recién nacidos posibles enfermedades futuras; y así, muchos de nuestros hijos y hermanitos han desarrollado enfermedades que podrían haberse curado a tiempo, o al menos, tratado. Incluso lo más básico como la leche lactante, debe ser comprada por los padres, no según recomendación médica, sino según la condición económica de los padres. Y ya no es nada raro ver diarreico a un niño; una diarrea de la que muchas veces se ha culpado a los padres por "negligencia", pero que, en realidad, muchas veces ha sido por errores profesionales de los médicos. Y eso no parece importarle para nada siquiera al mismo ministerio de Sanidad y Bienestar Social.
Pero... ¿serán negligentes los médicos, en tanto que profesionales, o es que ellos también simplemente se esfuerzan por hacer lo que pueden con los escasos recursos de que disponen? El grado de desenvolvimiento de una persona se mide por su coste oportunidades; entonces, ¿Qué condiciones reúnen nuestros médicos para trabajar? Basta con entrar en el Hospital General de Malabo, capital de un país productor de Petróleo, y ver lo mal cuidado que está el lugar, un espacio sanitario, donde los baños, en muchas ocasiones no tienen ni papel higiénico, por no mencionar la lejía desinfectante. Las farmacias de nuestros hospitales están sin medicación, y así, los familiares de los pacientes deben dar vueltas por toda la ciudad en busca de un sedante tan básico como el metamizol sódico; o algo tan importante como el catéter nasal; y son varios nuestros familiares y amigos a quienes hemos enterrado por hemorragia, insuficiencia cardíaca, amenazas de abortos, etc. y no porque no tuviéramos dinero para pagar las facturas, ni porque los médicos no pudieran hacer nada, sino simplemente por no haber metamizol, ácido tranexámico, metildopa, etc. en ninguna parte de la ciudad. Al Gobierno de Guinea Ecuatorial no le importamos.
La Ley de Impuestos de Guinea Ecuatorial exonera de ésos a los productos farmacéuticos, y sim embargo, las farmacias pagan más impuestos que muchas discotecas en este país, y los pocos productos farmacéuticos que particulares intentan traer al país muchas veces acaban siendo estropeados por los militares en las aduanas. O sea, que no sólo tenemos unos hospitales vacíos de material sanitario, sino también una administración pública a la que no le importa que particulares se preocupen por traer medicamentos al país. Es decir, Guinea Ecuatorial no nos cuida, sino que nos mata.
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